08
Sep

Mellizos y matrimonio

Uno de los males endémicos de la sociedad actual es la falta de tiempo. Esto, unido al hecho de que  cada vez tenemos menos hijos, se traduce en que el tiempo que decicamos a los niños va cada vez más enfocado a su satisfacción más inmediata.

En este caso acudió a nuestro estudio un matrimonio con dos hijos mellizos. La amplitud de su hogar (un piso de 3 dormitorios) y la buena delimitación de los espacios parecía garantizar la independencia de cada cual, pero la realidad del día a día era que los niños dormían en el dormitorio principal con uno de los progenitores, lo que había ido mermando poco a poco la intimidad de la pareja.

Visitamos el domicilio conyugal y esto es lo que nos encontramos:

  • En el dormitorio principal han instalado una televisión y una de las estanterías está llena de películas infantiles. En la cama, entre los cojines, están la muñeca preferida de la niña y la almohada de su hermano
  • El dormitorio de la niña se ha convertido en el cuarto de la plancha y casi en un trastero
  • En el tercer dormitorio, decorado con muebles de madera demasiado oscura, la cama nido se ha convertido en una cama doble fija.

Esta mezcolanza de elementos propios en todos los dormitorios nos transmite que todos los espacios son compartidos. Este hecho, unido a que cada uno de los progenitores duerme cada día con uno de los mellizos, no hace otra cosa que ratificarlo. Y la conversión de uno de los dormitorios en cuarto de plancha confirma que ese espacio no está diseñado para ellos.

 

DECOTERAPIA:

A pesar de que cambiar las costumbres a veces nos puede resultar tan costoso como mantener los espacios ordenados, es necesario hacerlo para mejorar determinados aspectos de nuestras vidas.

  • Lo primero y primordial es eliminar cualquier elemento infantil del dormitorio matrimonial. Hemos de hacer ver a los niños que sus padres comparten el mismo espacio porque son pareja.
  • El hecho de ser mellizos, sobre todo en la edad infantil, les facilita la posibilidad, incluso divertida, de compartir un espacio (¡Ellos han nacido ya compartiéndolo todo!). Por su edad no encontramos adecuada la separación por dormitorios, ni situarlos en el dormitorio oscuro, ya que sobre todo necesitan identificarse con su espacio.
  • Una vez determinados los espacios, la pareja debe hacerles entender que el dormitorio conyugal es un espacio privativo de sus padres y que las zonas comunes son el salón, la cocina y su “colorido y atractivo” dormitorio. Comprenderlo les ayudará a potenciar el respeto en la convivencia y, sobre todo, ayudará a que los padres recuperen su perdida y necesaria intimidad.

“Cuida de tu familia cuidando sus espacios”. – Margot Pardos